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Montblanc, Poblet, Santes Creus

Montblanc, Poblet, Santes Creus

La actual provincia de Tarragona fue durante muchos siglos límite entre los territorios árabes y los reinos cristianos, y por lo tanto, escenario de muchos enfrentamientos bélicos. Hasta el siglo XI cuando se empezó a afirmar el dominio cristiano, no fue posible el desarrollo urbano y social del territorio. 

El rey Ramón Berenguer IV, a partir de la segunda mitad del siglo XII, se hizo cargo del territorio y sentó los cimientos de lo que se convertiría en Montblanc. También promocionó la creación del Monasterio de Poblet que se fundó en 1149. Poco después, Montblanc se estableció estratégicamente en una colina y construyó su castillo y la iglesia de Santa María. A la prosperidad del territorio le acompañó la fundación del Monasterio de Santes Creus que terminó de construirse a principios del siglo XIII

El rey Jaime I, de la Corona de Aragón, empezó un período de conquista y expansión territorial sin precedentes. Al final de su vida, tras conquistar, entre otras, Valencia y Mallorca, Jaime I decidió ser enterrado en el Monasterio de Poblet, tradición que se instituyó en la dinastía al cabo de un siglo. Hasta el siglo XIV los sucesores de Jaime I se enterraron en el Monasterio de Santes Creus que creció mucho durante los siglos XIII y XIV. Durante ese período se construyó el claustro gótico, el cimborrio y se amuralló el recinto

En el siglo XIV, el rey Pedro el Ceremonioso, no obstante, decidió convertir el Monasterio de Poblet en uno de los símbolos de la corona y la relevancia de Santes Creus aminoró notablemente. En este siglo el reino se reafirmó y se reforzó la presencia real en Poblet y Montblanc. Éste último vio cómo se construían sus principales edificios en esas décadas: entre otras, el recinto amurallado con 31 torres y 5 portales, la iglesia de Santa María y la iglesia-hospital de San Marçal.

Los tres espacios que hasta el siglo XV vivieron una época dorada, sufrieron los estragos de la Guerra Civil catalana, la Guerra dels “Segadors” y finalmente la Guerra del Francés. El resultado fue, en el caso de Montblanc, la destrucción de gran parte del tejido social y cultural de la zona. En el caso de los Monasterios de Poblet y Santes Creus, deben añadirse a su situación las diferentes leyes de desamortización y expropiación de los gobiernos liberales del siglo XIX.

No obstante, durante el siglo pasado se reconstruyó gran parte de los tres lugares, la vida monástica volvió en Poblet y se aseguró su importancia cultural. Actualmente los tres espacios se encargan de hacer pervivir su historia: Montblanc organiza una de las ferias medievales más importantes del país para la festividad de Sant Jordi y los Monasterios ofrecen visitas guiadas, e incluso, hospedaje para devolver la vida monástica al imaginario colectivo.

 

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